Rosas peligrosas
Contrario a lo que creí, el día lunes no empezamos con las sesiones de entrenamiento, pues tuvimos que realizar la sesión de fotos para la campaña publicitaria del equipo japonés de beyblade.
A excepción de Takao, el resto de los miembros del equipo tenía una buena ética de trabajo y logró finalizar la sesión rápidamente. Los fotógrafos elogiaron a Melanie, quien se ganó el cariño de ellos por "el amor" que la cámara le tenía, llegando al punto de sugerirle que optara por una carrera en el mundo de modelaje cuando fuera mayor.
Al llegar a casa, Walter me llamó su oficina. Subí tan pronto como mi desinterés me lo permitió. Toqué a la puerta e ingresé al escucharle decir "adelante". Estaba sentado en el escritorio, tecleando es su computadora personal. No alzó la vista, únicamente deslizó hacia mi un sobre.
Lo abrí un poco escéptico. Eran dos boletos para un concierto a beneficencia de becas estudiantiles. Hubiera jurado que me escuchó cuando pensé "¿¡Qué diablos?!", pues respondió de inmediato a mi duda.
- Me invitaron a esa gala de beneficencia y tú me vas a acompañar - hice una mueca de desaprobación - la pianista que dará el recital es la chica McAlister.
Quedé en blanco con su aclaración. Coloqué el sobre y su contenido en el escritorio y procedí a salir del estudio con un seco "de acuerdo".
***
Cerca de las 8 de la noche del miércoles me encontraba al lado de Walter vestido de traje y con el cabello arreglado. Me sentía verdaderamente incómodo, pero el deseo de ver a Melanie en su faceta natural hacía que me fuera posible ignorar esa incomodidad que únicamente se acentuaba cuando tenía que saludar a las "amistades" del abuelo.
El salón estaba lleno de murmullos hasta que el maestro de ceremonia dio inicio al espectáculo. Según el itinerario, la primera pieza que se iba interpretar era "Una vez en diciembre".
Ella caminó hacia el elegante piano de cola, que se encontraba justo al centro del salón, con un hermoso vestido azul que combinaba a la perfección con sus ojos. Reverenció al público antes de sentarse frente al piano y empezó a deslizar sus dedos sobre las teclas.
El inicio de la melodía te transportaba fácilmente a un crudo invierno ruso. El principio era tímido y poco a poco se volvía cada vez más dramático, una melodía bastante fiel a la historia de los Romanov. Justo como lo imaginé, a ella le impactaba tocar aquella pieza, se notaba en su rostro. A pesar de tener una expresión dulce, era bastante piadosa, entendiendo la tragedia de las Grandes duquesas y el zarévich.
Los asistentes dejaron de lado sus copas de vino y champagne de lado para aplaudir a la virtuosa artista. La velada continuó con "Petit chien" de Chopin, una interpretación alegre pero tildada de básica por los asistentes que se encontraban a mi alrededor debido a su lentitud. No fue hasta que terminó el primer estribillo cuando empezó a tocar la pieza a una velocidad que logró impresionar a estos detractores. El aplauso al final de la melodía fue mucho más audible que el de la primera, su talento había logrado impresionar incluso a Walter.
Y así pasó la velada, entre bocadillos y bebidas, con la "señorita McAlister" impresionando a su público con piezas como Preludio en C mayor y Canon en D mayor; Mozart, Debussy y Batch también hicieron acto de presencia en la velada que finalizó a las 9:30 de la noche. El público estaba embelesado con ella, sus padres aplaudían orgullosos y yo me encontraba completamente sorprendido: realmente era talentosa.
Estaba absorto en mis pensamientos cuando uno de los meseros se acercó a Melanie, que terminaba de hacer reverencias al público, como despedida, con un ostentoso ramo de rosas. Ella se sorprendió, sonrió ruborizada, le agradeció y lo tomó en sus brazos, era tan grande que apenas podía con él. Tomó la tarjeta y sonrió incrédula mientras la leía y buscaba entre la multitud, hasta que sus ojos sorprendidos se encontraron con los míos.
***
El tono rosa de las flores me encantó. Por el color, pensé que habían sido mis padres quienes me enviaron el ramo, pero qué sorpresa fue para mi leer en la tarjeta el nombre de Kai A. Hiwatari, y más aún cuando lo vi en el salón del evento. Lucía como una persona completamente diferente vestido de traje negro, corbata azul y con el cabello aplastado. Caminé hacia el backstage, tratando de no tropezar por los zapatos que, aunque tenían un tacón de apenas dos centímetros, no me hacían sentir segura.
- ¡Qué hermosas rosas! - exclamó Grace cuando me vio entrar en mi camerino con el ramo y se apresuró a tomar un recipiente para que las colocara. - ¿Te las envía algún admirador?
- ¡Ni te imaginas! - cerré la puerta y me apresuré a comentarle a Grace sobre el remitente del arreglo mientras me retocaba el cabello.
- ¡¿En serio está ahí?! ¡No puedo creer que le guste asistir a este tipo de eventos!
- Ni yo tampoco, jamás me lo hubiera esperado. Debo darle las gracias por el detalle.
Acto seguido, me levanté de la silla y caminé al salón del recital, donde los asistentes conversaban alegremente. Algunos me felicitaban, otros me daban la mano y unos pocos más solo inclinaban su cabeza con una sonrisa cuando pasaba cerca de ellos.
Conociéndolo, sabía que debía buscarlo lejos de la multitud y fue precisamente donde lo encontré, en uno de los balcones que daba al jardín del lugar. Traté de ser sigilosa, pero el sonido de mis zapatos no me ayudó. Él se giró en mi dirección y sonrió.
-Vaya, señorita McAlister, ¡Me honra con su presencia! - Kai trataba de sonar formal pero gracioso al mismo tiempo.
- ¿Por qué, señor Hiwatari? - me reí al tiempo que caminaba hacia él.
- Porque eres la artista del evento, la chica del momento - sorbió un poco de su bebida y se inclinó en la parte metálica del balcón - Deben estarte buscando allá dentro - apuntó con la copa hacia el salón, donde se escuchaba la alegre plática de los asistentes.
- ¡No! - me reí y me cubrí el rostro con las manos - Creo que ya tuvieron suficiente de mi la pasada hora y media. Además, necesito tomar aire y volver a ser Melanie - Mi acompañante sonrió y dirigió su mirada al jardín, quedándose en silencio un instante.
- Felicidades - continuó - disfruté mucho el recital. En verdad eres excelente.
- ¡Gracias, Kai! Creo que me quedó bien para haber ensayado poco - el volvió a verme sorprendido.
- En verdad que no lo hubiera imaginado - sopesó sus pensamientos por un instante - pero es que es lógico: tu don es natural y es un privilegio para el mundo que puedas compartirlo para apoyar causas benéficas.
- ¡Muchas gracias por estar aquí, apoyando la fundación, Kai! - me sonrojé un poco y vi al piso antes de continuar - y por el hermoso ramo de rosas que me obsequiaste - él sonrió.
- Es lo menos que te mereces, Melanie. Recuérdalo.
Asentí y le sonreí al tiempo que sentí un toque en mi hombro. Me giré y vi que se trataba de Grace, quién venía a comunicarme que mis padres querían volver ya a casa. Ella saludó a Kai y se retiró.
- Bueno, creo que es momento de regresar a casa - Kai asintió y dejó la copa que tenía en el balcón y se acercó a mí.
- Quería preguntarte, Melanie, si podrías darme tu número telefónico - metió su mano en uno de sus bolsillos y sacó su teléfono celular. Traté de no sonar tan nerviosa y le pedí que me prestara el aparato para registrar el número. El agradeció el gesto y guardó el contacto como "Melanie M".
Nos despedimos y subí al auto con Grace y Mattie, quienes hablaron sobre el recital mientras yo me perdía en las luces de la ciudad, mirando de reojo el precioso ramo de rosas que estaba a mi lado.
***
Melanie se retiró hacia el regazo de su nana. Terminé de sorber el jugo de arándanos de mi copa y entré de nuevo al salón, buscando a Walter. Él estaba despidiéndose de un grupo de empresarios y, cuando hizo contacto visual conmigo, me indicó que nos retiráramos.
Subimos al vehículo y permanecimos en silencio por un instante, hasta que tomé valor de hablar.
- ¿Cuál fue el punto del arreglo de flores? - para mi sorpresa, el respondió de buen humor.
- Es un obsequio para una chica tan talentosa como ella. Realmente no esperé disfrutar tanto su presentación.
- Walter, seamos francos: tu nunca haces nada de forma inocente o solo por agradar a otros... ¿Qué ocurre con la chica McAlister? - él sonrió.
- Digamos... Que la considero como una aliada estratégica en el futuro. Siendo así, es necesario que piense en los Hiwatari como amigos, ¿No crees, Kai?
Sea cual fuera la razón, tenía que estar atento a los movimientos de mi abuelo para proteger a Melanie de cualquier movida sucia.
Al llegar a casa, lo primero que hice fue escribirle un mensaje para saber si había llegado con bien.
"Hola, Melanie. Soy Kai. Espero que hayas llegado con bien a tu casa".
Tres minutos más tarde tuve respuesta por parte de ella. Su primer mensaje en nuestro chat:
"¡Hola, Kai! Si, llegué con bien. Muchas gracias por estar ahí esta noche y por mis rosas🌹🌹"
Casi podía verla sonriendo, mientras yo sonreía leyendo el mensaje y, sin darme cuenta, me quedé dormido con ese pensamiento.

