La niña de ojos bonitos
Recuerdo que pasé ese verano en Rusia, en la casa de verano de mi familia en el lago Baikal. Había un bosque con árboles llenos de manzanas que llenaban el ambiente con su aroma. Luego de ese verano, ingresé a preescolar.
Ese día vi a muchos niños llorar. Ninguno quería separarse de sus padres o de sus niñeras. Eran muy pocos los niños que conservaban la serenidad. Una de ellas era una niña pequeña con unos enormes ojos azules, su rostro tenía facciones que no eran como las del resto de mis compañeras. Ella estaba de pie al lado de la ventana, su cabello castaño estaba recogido en dos moños. Estaba viendo con gran asombro todo a su alrededor; no alcanzaba los estantes donde estaban los juguetes, así que se acercó a aquellos que tenían libros de muchos colores y tomó uno que tenía dibujos de animales bebés. La pequeña se sentó en el piso y empezó a pasar las hojas con interés. En el lugar donde se sentó la alcanzaban unos cuantos rayos de sol que se reflejaban en su cabello. Esos dos recuerdos están muy presentes en mi hasta hoy.
Era la menor del grupo, y esa no era la única diferencia que tenia con el resto. Era muy tímida y no dejaba que los demás niños se le acercaran; se sentaba a hojear libros de imágenes o de colorear mientras los otros jugábamos. La única persona con la que mostraba confianza era con la maestra, una mujer muy dulce y comprensiva, quizás por ello eran inseparables.
Yo quería hablarle, quería que jugara como el resto de los niños. Además, teníamos algo en común: ambos somos diferentes a los demás, hijos de extranjeros. Un día conocí a su padre: un hombre alto de tez y cabello claro, cuyos ojos eran del mismo color que los de mi compañera.
Desgraciadamente nuestros compañeros tenían como entretenimiento el burlarse de los demás, y si ella tenía un problema era que no podía hablar bien aún, lo que hacía a la niña McAlister centro de burlas y bromas pesadas.
Un día la acorralaron y comenzaron a reventar globos frente a ella. Ella le tiene miedo a las explosiones, pues lloraba y se tapaba los oídos. Ese abuso me molestó mucho, por eso llegué a donde estaban para alejarlos de ella. Estaba temblando cuando me le acerqué a hablarle.
-No pasa nada, Melanie. Van a dejar de molestarte hoy- Ella abrió sus ojos anegados en lágrimas y me vio con miedo.
-¿Cual es tu problema, Kai?- los ostigadores me enfrentaron con aire altivo - Déjanos que tengamos un poco de diversión con "medialengua".
-No quiero que vuelvan a molestarla, ¿Me oyeron? - Mi voz sonaba diferente, antes me había enojado pero nunca en mis entonces 4 años de edad había hablado así.
-¿Y si no, que?
-Entonces ¡se la tendrán que ver conmigo!- no tengo idea de que expresión tenía mi rostro, pero los dos retrocedieron y se vieron el uno al otro antes de marcharse... Siempre he tenido este carácter fuerte ante estas situaciones, aún antes de hacerme frío y solitario.
Volví a verla y estaba sorprendida. Le tomé la mano para ayudarla a ponerse en pie. Su llanto había cesado y por primera vez en estos 2 meses se dirigió a mi.
-Gl-glacias, Hiwatari Kun.
-De nada- Sonreí - Puedes llamarme Kai.
Su respuesta inmediata fue una tímida sonrisa. Melanie era de un carácter dulce y temeroso aún. Al ver su reacción ante la situación tuve que darle un consejo, el consejo que papá me repetía una y otra vez desde que tengo memoria.
-La próxima vez que tengas problemas no te pongas a llorar. Haz algo al respecto, porque las lágrimas no van a ayudarte a salir de ellos. ¿Me lo prometes?
-Si, lo "plometo".
Ese mismo día nos sentamos juntos a almorzar. En mi almuerzo habían empacado un trozo de pastel de manzana que despertó el interés de Melanie.
-¿Quieres?- le consulté con una sonrisa. Ella asintió y cuando probó el pastel quedó maravillada. Era la receta de la familia de mamá en Rusia.
Desde entonces Melanie se hizo más social. No hablaba conmigo solamente pues se integró más a las niñas del salón de clases, quienes se mostraban muy cariñosas con ella.
El día del fin del trimestre no se quería ir, pues venían las vacaciones de fin de año y cada cual iba a su casa durante todo diciembre. Para esa época, la niña tímida y ensimismada había desaparecido y la manera de hablar había mejorado. En octubre cumplió 3 años apenas, pero tenía una gran capacidad para las clases y las relaciones interpersonales. Se había ganado el cariño de la mayoría en el salón. Estábamos esperando a que llegaran por nosotros cuando platicábamos de los planes que teníamos para este mes libre.
-Yo pasare en casa tocando piano y tomando "cocolate" caliente. También quiero salir al jardín a jugar en la nieve.
-Eso suena bien... Me gustaría que jugaramos juntos un día.
-¡Eso sería muy bueno! Voy a decirle a Mattie que nos lleve un día a jugar.
-Puedes venir a mi casa si deseas.
-Tu también puedes venir a la mía... ¡Mira! ¡Ahí viene Mattie!- "Mattie" era su chofer. Al verlo, se levantó de la banca en la que estábamos esperando y corrió a abrazarlo.
-Yo pasare en casa tocando piano y tomando "cocolate" caliente. También quiero salir al jardín a jugar en la nieve.
-Eso suena bien... Me gustaría que jugaramos juntos un día.
-¡Eso sería muy bueno! Voy a decirle a Mattie que nos lleve un día a jugar.
-Puedes venir a mi casa si deseas.
-Tu también puedes venir a la mía... ¡Mira! ¡Ahí viene Mattie!- "Mattie" era su chofer. Al verlo, se levantó de la banca en la que estábamos esperando y corrió a abrazarlo.
-¡Princesa!* ¿Cómo estás, hermosa?- el joven hombre la cargó en sus brazos. Era un extranjero también y la miraba como mira un hermano mayor. Melanie reía, pues era feliz de verlo.
-¿Estas lista para ir a casa?
-No- ella se soltó del abrazo y pidió ser colocada en el piso moviendo sus pequeñas piernas - Kai tiene que llegar a jugar a mi casa.
-¿Kai? - preguntó el y luego miró en dirección a mi y luego me sonrió. -¡Hola, joven Kai!- luego se dirigió a ella de nuevo -El es tu amigo del que me hablaste ¿Verdad, pequeña?- ella asintió y le contó los pormenores de nuestro plan.
Luego se escucharon unos pasos de zapatos de tacón. Mi madre llegaba por mi vistiendo uno de sus elegantes abrigos grices. Me levanté y estiré mis brazos hacia ella.
-¡Hola, Sasha!** ¿Estás listo para irnos?
-¡Hola, mamá! ¡Mira! Ella es Melanie, mi compañera de salón- la interpelada le esbozó una de sus sonrisas dulces a mi madre, quien se agachó para besar una de las mejillas de Melanie.
-Hola, Melanie. Soy Ilia, la madre de Kai-
Después de saludar a "Mattie" le explicamos a mamá nuestros planes para vacaciones. Ella aceptó y le prometió a la pequeña que se comunicaría con su madre y se pondrían de acuerdo para ver cuando y donde nos reuniríamos. Dicho eso nos marchamos a nuestras respectivas casas.
Nuestras madres habían llegado a la conclusión de que nos reuniríamos los lunes y los jueves por las tardes, un día sería en la casa de los McAlister y el otro en la de mi familia.
La casa de la familia de Melanie era enorme, de color mármol, con un jardín grande y un árbol de cerezo en el centro de la rotonda que daba el acceso vehicular a la casa. Desde el auto pude ver que ella me esperaba al pie de las gradas de la entrada principal. Llevaba puesta una sudadera acqua y unos jeans. La noche anterior había nevado mucho, por lo cual había personas limpiando la nieve de algunas cornisas y ventanas de la casa. Mi anfitriona estaba acompañada de su niñera que la tenía tomada de la mano y evitó que se acercara al vehículo cuando se estacionó frente a ellas. De todos los días que compartimos en su casa, recuerdo de manera especial ese primer día: la casa, el enorme árbol de navidad, la nieve y sobre todo, que le encantó que le llevara un pastel de manzana hecho en casa.
Fueron tantos momentos felices. El cariño de los McAlister y sus empleados y la gran admiración que mis padres tenían por Melanie hicieron que se pasara por alto una "travesura" que hicimos.
Un día, mientras estábamos jugando en los jardines de la casa McAlister, un sonido llamó la atención de Melanie.
-Oye, Kai. ¿Escuchas eso? - sus ojos se desviaron como buscando la fuente de ese sonido.
- ¿Qué? - Guardé silencio para poder escuchar.
-Ese sonido. - Melanie se puso en pie y caminó en búsqueda de algo que no podía ver. La seguí y pude escuchar un sonido muy agudo. Estábamos en el jardín de la parte frontal de la casa y caminamos hasta llegar a una rendija de aguas negras. Ella se agachó a ver dentro del hueco y pude escuchar claramente el sonido.
- ¡Es un gato, Kai! ¡Está atrapado allá abajo! - Me acerqué al hueco y pude ver al animal que estaba con su pelaje completamente sucio. Busqué un rastrillo para poder levantar la rendija y lo coloqué de manera que pudiéramos abrir la reja con ayuda del rastrillo y nuestro peso.
-Espérame aquí. Iré por el- Acto seguido, me introduje en la coladera y bajé por unos escalones.
Al llegar al fondo, el animalito retrocedió, pero pude atraparlo. Subí de nueva cuenta llevando al gato en mis manos. Cuando estaba acercándome a la salida, Melanie me extendió una mano para agarrar al gatito, y entonces escuchamos el grito de la niñera, quien se asustó al verla inclinada en el hueco.
- ¿¡Melanie!? ¿¡Que estás haciendo ahí!?
- ¡Mira, Grace! Encontramos a este pobre gatito en el desagüe. Kai entró ahí y lo salvó -La nana se inclinó y me ayudó a salir de la cañería. Me había ensuciado mucho, así que la joven nos llevó a la casa y me limpió el rostro y las manos, así como también me cambió la camisa.
Melanie pidió leche para el gato, y también que llamaran a su madre por teléfono. Le comentó lo sucedido y le pidió permiso para quedarse con él. La madre se lo permitió, pero pidió que el gato fuera llevado al veterinario.
El siguiente día fuimos al veterinario juntos. El pequeño animal tenía un pelaje completamente blanco, con un ojo azul y el otro verde. Nunca había visto un espécimen de la raza Khao Manee.
-Bueno, pequeños, el gato ya está listo para ir a casa. Solo te tengo una pregunta, princesa- Matthew encendió el auto antes de proseguir - ¿Que nombre le pondrás?
-No había pensado en eso, Mattie. ¿Qué nombre crees que sería adecuado para él?
-Sabes, Melanie. - respondí - Él es blanco como la nieve. En ruso nieve se dice Sneg***.
-Sneg... ¿Te gusta ese nombre, gatito? - El gato maulló mientras se acomodaba en el asiento para que ella siguiera rascándole su cabeza.
-Bien, ese es tu nombre desde hoy. Sneg McAlister. - Los tres nos reímos.
-Gracias, Kai. Lo cuidaré mucho.
La sonrisa de Melanie cuando me prometió cuidar del gato era la misma con la que me felicitó ayer después de derrotarla. Todos estos recuerdos han venido a mí con tanta fuerza, como si estos hechos hubieran ocurrido ayer.
Esos recuerdos, esos ojos bonitos...
Fueron tantos momentos felices. El cariño de los McAlister y sus empleados y la gran admiración que mis padres tenían por Melanie hicieron que se pasara por alto una "travesura" que hicimos.
Un día, mientras estábamos jugando en los jardines de la casa McAlister, un sonido llamó la atención de Melanie.
-Oye, Kai. ¿Escuchas eso? - sus ojos se desviaron como buscando la fuente de ese sonido.
- ¿Qué? - Guardé silencio para poder escuchar.
-Ese sonido. - Melanie se puso en pie y caminó en búsqueda de algo que no podía ver. La seguí y pude escuchar un sonido muy agudo. Estábamos en el jardín de la parte frontal de la casa y caminamos hasta llegar a una rendija de aguas negras. Ella se agachó a ver dentro del hueco y pude escuchar claramente el sonido.
- ¡Es un gato, Kai! ¡Está atrapado allá abajo! - Me acerqué al hueco y pude ver al animal que estaba con su pelaje completamente sucio. Busqué un rastrillo para poder levantar la rendija y lo coloqué de manera que pudiéramos abrir la reja con ayuda del rastrillo y nuestro peso.
-Espérame aquí. Iré por el- Acto seguido, me introduje en la coladera y bajé por unos escalones.
Al llegar al fondo, el animalito retrocedió, pero pude atraparlo. Subí de nueva cuenta llevando al gato en mis manos. Cuando estaba acercándome a la salida, Melanie me extendió una mano para agarrar al gatito, y entonces escuchamos el grito de la niñera, quien se asustó al verla inclinada en el hueco.
- ¿¡Melanie!? ¿¡Que estás haciendo ahí!?
- ¡Mira, Grace! Encontramos a este pobre gatito en el desagüe. Kai entró ahí y lo salvó -La nana se inclinó y me ayudó a salir de la cañería. Me había ensuciado mucho, así que la joven nos llevó a la casa y me limpió el rostro y las manos, así como también me cambió la camisa.
Melanie pidió leche para el gato, y también que llamaran a su madre por teléfono. Le comentó lo sucedido y le pidió permiso para quedarse con él. La madre se lo permitió, pero pidió que el gato fuera llevado al veterinario.
El siguiente día fuimos al veterinario juntos. El pequeño animal tenía un pelaje completamente blanco, con un ojo azul y el otro verde. Nunca había visto un espécimen de la raza Khao Manee.
-Bueno, pequeños, el gato ya está listo para ir a casa. Solo te tengo una pregunta, princesa- Matthew encendió el auto antes de proseguir - ¿Que nombre le pondrás?
-No había pensado en eso, Mattie. ¿Qué nombre crees que sería adecuado para él?
-Sabes, Melanie. - respondí - Él es blanco como la nieve. En ruso nieve se dice Sneg***.
-Sneg... ¿Te gusta ese nombre, gatito? - El gato maulló mientras se acomodaba en el asiento para que ella siguiera rascándole su cabeza.
-Bien, ese es tu nombre desde hoy. Sneg McAlister. - Los tres nos reímos.
-Gracias, Kai. Lo cuidaré mucho.
La sonrisa de Melanie cuando me prometió cuidar del gato era la misma con la que me felicitó ayer después de derrotarla. Todos estos recuerdos han venido a mí con tanta fuerza, como si estos hechos hubieran ocurrido ayer.
Esos recuerdos, esos ojos bonitos...
Eso fue lo que me dio esperanza durante todo el tiempo que pasé en la abadía por órdenes de mi abuelo...
*Esto lo dice en inglés.
**Diminutivo de Aleksandr en Rusia.
*** Снег en ruso.
*Esto lo dice en inglés.
**Diminutivo de Aleksandr en Rusia.
*** Снег en ruso.